Barrios más lejos del centro, sin servicios de suministros básicos, aumentan el consumo de recursos para satisfacer necesidades y reflejan la necesidad de mejorar los instrumentos de planificación local.
Dr. Antonio Zumelzu
La población mundial crece y la expansión de las ciudades es un reflejo de ello. El Dr. Antonio Zumelzu, del Instituto de Arquitectura y Urbanismo de la Facultad de Arquitectura y Artes de la Universidad Austral de Chile y del Observatorio de Sostenibilidad y Estudios Urbanos del Sur Austral OBSUR, se encuentra en el segundo año investigación del proyecto Fondecyt de Iniciación N° 11160096, financiado por CONICYT Chile, que busca construir una metodología para medir los niveles que sostenibilidad que tienen los barrios en ciudades intermedias del sur de Chile.
Rahue bajo, en Osorno, Isla Teja en Valdivia y el sector de Avenida Alemania, en Temuco, fueron escogidos como muestras de estudio por el investigador, porque son ciudades de escala y tamaño medio (de hasta 300 mil habitantes según informe MINVU 2006) en constante proceso de transformación, y que aún poseen valores urbanísticos que pueden aportar en la disminución de los impactos sobre el medio ambiente y en mejorar la calidad de vida en sus comunidades. Por ejemplo, dice Zumelzu, la promoción de actividades a escala local, tales como panaderías, pequeños restoranes, comercio local como fruterías, tiendas de abarrotes y áreas verdes en la estructura espacial de un barrio constituyen una forma de capital social, lo que aumenta las oportunidades de interacción entre personas, permite conservar la escala y legibilidad de un barrio, y promueve la diversidad de grupos socioeconómicos en equilibrio.
Ciudades como Santiago o Concepción, por el contrario, reflejan patrones de insostenibilidad en su desarrollo urbano, ya que son ciudades que promueven “un estilo de vida lejos de los servicios y abastecimientos, lo que promueven el aumento del tráfico a través de nuevas autopistas, generando comunas o ciudades dormitorios, o satélites”, contrastó el investigador con las ciudades escogidas en su estudio. “Un patrón de asentamiento sostenible debería incrementar el acceso entre residentes, sus lugares de trabajo y servicios que ellos requieran de forma equitativa, es decir, especialmente para aquellos habitantes que tienen problemas de desplazamiento – adultos mayores, discapacitados, embarazadas, hogares sin automóvil”, puntualizó.
El proyecto de investigación espera poner en valor las ciudades que tienen un tamaño intermedio como motores de desarrollo sostenible, desde el desarrollo comunitario, “desde la vida colectiva y la vida peatonal. Una ciudad sostenible implica, básicamente, que tiene capacidad de perdurar en el tiempo. Para su planificación, es necesario no sólo incorporar la capacidad del entorno natural para perdurar, sino que también la del entorno construido: el lugar, su comunidad y su economía”, dijo el académico de la UACh.
Uno de los problemas que se identificó es que el barrio como unidad espacial se encuentra , en amenaza ya que no son reconocidos dentro de los instrumentos de planificación y regulación de suelos, y esto según el experto, perjudica el grado de autonomía que pueden tener dentro de las ciudades y los diferentes sectores que la conforman.
Los barrios dice el Dr. Zumelzu “son un referente espacial de la comunidad dentro de la ciudad, tiene una identidad propia y otorga a sus habitantes sentido de pertenencia y recursos que fortalecen la calidad de vida. Por este motivo, el barrio se concibe como la unidad sostenible básica dentro la ciudad. Sin embargo, al observar los procesos de desarrollo urbano en curso en algunas ciudades del Sur de Chile, podemos ver no sólo la insuficiencia regulatoria y normativa, sino que también que la forma de hacer poblaciones y barrios en Chile se traducen sólo a una mera sumas de casas sin incorporar principios que reconozcan al individuo, la familia y la colectividad como criterios fundamentales para su desarrollo”.
Parte del resultado del trabajo de investigación es proponer estrategias que permitan fortalecer el desarrollo de los barrios en la planificación de las tres ciudades que forman parte del estudio. Para ello, se considerará la evaluación de cinco dimensiones asociadas a la sostenibilidad urbana: accesibilidad, diversidad, conectividad, densidad y vitalidad.
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