Al contrario de las multitudinarias misas del día 2, en la noche del 1 de febrero se celebró el inicio de la festividad en un ambiente lleno de intimidad y recogimiento con una procesión al cementerio del pueblo y llevando a la imagen de la Virgen en andas.
La Fiesta de la Virgen de la Candelaria es una de las festividades religiosas más antiguas y populares en la Región de Los Ríos, destacando principalmente las actividades en el Santuario levantado en 1882 en el pueblo costero de Punucapa.
Punucapa, enclavado en el Santuario de la Naturaleza Carlos Anwandter, en la ribera del río Cruces, inició la fiesta con la misa de la víspera y con la Procesión de las Velas, una marcha que se realiza la noche del 1 de febrero y que, al contrario de las multitudinarias misas del día 2, es una celebración íntima casi sólo para los habitantes del pueblo y con una procesión donde se saca la imagen de la Candelaria y se la lleva al cementerio de Punucapa, desde donde sus habitantes rezan por sus familiares fallecidos, sólo alumbrados por la luz de la luna y las velas de los celebrantes y en un silencio sobrecogedor.
El silencio de esa noche del 1 de febrero se rompe sólo por los rezos del Rosario de quienes acompañan a la imagen de la Virgen de la Candelaria en la procesión y por el incesante repiqueteo de las campanas del Santuario, que suenan desde el momento en que los feligreses sacan la imagen de la iglesia y sólo se paran cuando la Señora regresa a su “hogar”.
Este año fue Simón Garrido el encargado de hacer sonar las campanas sin parar y aunque no vive en Punucapa tiene un especial afecto por el pueblo y por la Virgen. Contó que desde su adolescencia iba a la misión, acompañando al ya fallecido padre Alejandro Deschamps, y señaló que para él la fiesta es “maravillosa” porque “la Virgen es la madre de Jesús y madre nuestra también. Yo ya no tengo a mi padre y a mi madre, así que ella es ahora mi madre”.
Este año la procesión fue acompañada por el administrador apostólico del Obispado de Valdivia, padre Gonzalo Espina, quien presidió la misa de la víspera, realizó tres bautismos y acompañó la procesión hasta el cementerio de Punucapa. Ya en el camposanto, y acompañado del diácono Armando Bravo, dirigió una oración para pedir por los difuntos. La virgen se paseó entre medio de las tumbas seguida en silencio por los fieles, mientras a lo lejos se escuchaba el sonido de las campanas del Santuario.
De regreso a la iglesia, la imagen de la Candelaria fue recibida con pétalos de rosas arrojados desde el campanario para su posterior ingreso al santuario que puso fin a la procesión.
El padre Gonzalo Espina expresó “esta es una devoción muy grande en el pueblo, muy arraigada. La celebración nocturna de este año ha estado muy bonita, el hecho de que haya habido tres bautismos de niños también la hizo muy especial y como siempre el grupo de voluntarios de Punucapa prepara todo muy lindo y todo el pueblo se moviliza para poner arcos de flores, las luces, de manera que es una experiencia comunitaria”.
EL INICIO DE LA TRADICIÓN
La advocación de la Virgen de la Candelaria proviene de España donde es patrona de las islas Canarias. Esta es una de las fiestas marianas más antiguas de Chile, pues hay registros de su celebración desde 1645 en la isla de Mancera con la llegada de una imagen traída desde el Virreinato de Perú a la ciudad. Dicha imagen aún permanece en la capilla de San Antonio de Mancera, templo que data de 1910.
En Punucapa la fiesta data de 1882 con el levantamiento del actual santuario -el más antiguo de la región- aunque dos años antes el padre José Brahmm había propuesto construir el santuario en homenaje a la Virgen de la Candelaria. El terreno para levantar la iglesia lo donó la dama punucapeña Natividad Aros Navarro y la imagen que hasta hoy preside las fiestas la donó doña Carmen Gómez Campillo.
Las ropas de la imagen fueron confeccionadas por doña Emiliana Carvallo de Lorca. El color rojo de su vestido, el celeste de la cinta y el azul de su capa es propio de Punucapa y no se usan en las imágenes de otros lugares de Chile. El 1882, con gran ceremonial la imagen es trasladada a Punucapa, siendo recibida en casa por don Elías Lorca Navarro, mientras era terminada la Iglesia.
El templo es de estructura simple de tres naves, construida en maderas nativas y con techo y revestimiento exterior de metal. Las dos campanas de la iglesia son de 1891.
En los últimos años la iglesia ha sido sometida a trabajos de restauración, respetando su estilo de construcción original.
Grupo DiarioSur, una plataforma informativa de Global Channel SPA. Powered by Global Channel