Solo bastaron 24 horas para que el video de una supuesta criatura en las aguas del lago Ranco, publicado en redes sociales, se viralizara en todo el país la semana recién pasada. La atención general se enfocó en saber qué tipo de animal, conocido o desconocido, habita en las aguas de uno de los atractivos turísticos de la Región de Los Ríos.
Se comenzó a hablar del “monstruo” del lago Ranco, y los internautas colmaron las redes sociales con intentos por dar una explicación al registro de algo que se alcanza a ver y a la vez no se ve, y de entre todas las “teorías” una se repitió con cierta insistencia: el cuero vivo o cuero del agua.
Llama la atención que el relato del cuero es transversal, está en conocimiento de las generaciones mayores pero también de los más jóvenes, una presencia que sobrevive ya por mucho tiempo y definitivamente va a permanecer por mucho más.
Desde la cultura mapuche, que tanta riqueza en relatos orales nos ha transmitido, es posible rastrear el origen de esta criatura arraigada en la mitología.
Se trata de un ser cuya apariencia asemeja a un cuero de vacuno o chivo, con uñas a modo de garras en sus bordes, las que usa para atrapar a algún desprevenido humano o animal que se acerque a lagunas, lagos o ríos, arrastrándolos a las profundidades para alimentarse de sus cuerpos.
De su forma, tamaño, color y hábitos encontramos variaciones según el territorio donde se cuente sobre su existencia, de hecho en Chile se ha hablado de este mito desde el río Aconcagua, en la zona central, hasta Chiloé y más al sur, asimismo en la Patagonia argentina el relato es conocido, pero el efecto que tiene sobre las personas es siempre el mismo, temor, porque se trata de un ser maléfico.
Lo anterior queda demostrado en el relato más conocido referente al cuero, que se repite de norte a sur y a cada lado de Los Andes, sobre una mujer que, llevando a su bebé en brazos, va a lavar a la orilla de un lago, laguna o río, y encuentra un hermoso cuero de animal tendido en la orilla, donde pone a su bebé mientras ella se dedica a sus quehaceres, cuando de pronto el cuero cobra vida, envuelve al lactante y se lo lleva al fondo.
Si se pregunta a un adulto mayor si conoce ese relato, es probable que te diga que sí, y que ese hecho sucedió hace mucho tiempo precisamente en el lugar donde vive o vivió, ya sea en Chiloé, o en las orillas del lago Ranco.
Y también hay una forma de matar a la malvada criatura, y eso se logra primero observando en qué lugar el cuero gusta de salir a tomar el sol, porque es en verano donde se producen los avistamientos, y una vez que se le localiza hay que acercarse cuidadosamente para arrojarle encima una rama de espino.
Al contacto con el objeto, por reflejo el cuero se arrollará sobre la rama cuyas espinas se clavarán en su cuerpo, condenándolo a muerte.
Otra versión dice que una machi tiene el poder de atraer al cuero, exponiéndolo para que pueda ser ultimado, y que la rama debe ser de calafate en lugar de espino.
Sobre la naturaleza de este animal se ha especulado que puede tratarse de una desconocida especie de mantarraya, o quizás un gran molusco o gusano plano, que por su apariencia provoca el suficiente terror como para tejer alrededor de él todo tipo de relatos dignos de un monstruo hambriento de carne y sangre humana.
Pero cabe también la posibilidad que no se trate de un animal real, sino la definitiva manifestación de un mito.
La página humanidades.com define mito como “un tipo de relato tradicional, tenido por sagrado y de carácter simbólico. Cuenta generalmente acontecimientos extraordinarios y memorables, que involucran a seres mágicos o sobrenaturales”, y como tal no son históricos, por tanto no se pueden comprobar.
Los mitos suelen tener también un carácter rector del comportamiento en sociedad, así por ejemplo el cuero puede ser una efectiva forma de disuadir a las personas, en especial a los niños, de no acercarse al lago, río o lagunas, por los riesgos que ello conlleva. Ni mil consejos podrían ser tan efectivos como el miedo al cuero.
Se trate de un animal real o no, el hecho es que en el imaginario colectivo está instalada la existencia del cuero desde hace incontables generaciones, como puede estar en otros lugares del planeta la figura de un dragón.
Como sea, el relato produce reacciones y le entrega un necesario toque mágico a la vida, por eso demos gracias que existen los mitos, porque en Chile y en el lago Ranco no habrán dragones, pero existe el cuero.
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