“¡Soy inocente, enteramente inocente. ¿Por qué, por qué se me culpa a mí de este crimen tan grande? Ni en sueños se me ha imaginado algo así. ¡Yo soy inocente!”.
Esas fueron las palabras que, según la edición del 23 de diciembre de 1909 del diario El Correo de Valdivia, expresó Elisa Seiter, mujer que fue acusada de ser la causante del voraz incendio que arrasó con 92 mil metros cuadrados de manzanas en pleno centro de Valdivia.
El desastre conocido como el Gran Incendio ocurrió en la madrugada del 13 de diciembre de 1909 y es considerado, junto al terremoto de 1960, como uno de los peores desastres de la historia moderna de Valdivia.
Crónicas de la época de diarios como El Correo de Valdivia y La Aurora relataron que a las 00:30 horas sonaron las campanas del Cuartel General de Bombas de la ciudad que anunciaba los incendios, muy frecuentes por aquellos años, considerando que la mayoría de las casas de la época eran de madera.
De acuerdo al libro “El Gran Incendio, Valdivia 1909” de Boris Borneck y José Manuel Izquierdo, si bien nunca se precisó fehacientemente dónde comenzó el siniestro, la investigación policial de la época indicó que éste ocurrió en la pastelería de Elisa Seiter, en calle Picarte, y a metros de la Plaza la República.
El fuerte viento de aquella noche hizo que las llamas avanzaran como una ola de fuego hacia las calles Arauco y consumiendo varias cuadras de las calles Maipú, San Carlos y hasta alcanzar la ribera del río Valdivia, afectando al muelle y hasta algunas lanchas que estaban amarradas.
El desastre golpeó al pujante comercio valdiviano que vivía años de avance, gracias a la aparición en escena de los colonos europeos que levantaron industrias y negocios, muchos de ellos en torno al río.
El fuego consumió varias propiedades, tales como la Relojería y Joyería Suiza de Teodoro Henzi, la imprenta de El Correo de Valdivia, las casas importadoras de Mally Reccius y Cia., de Pablo Springmueller, de Gustavo Prochelle, Saelzer & Schwarzenberg, de Cartens, la bodega de la Compañía Cervecera Valdivia, la imprenta Borneck que imprimía el diario El Comercio, el local de fotografía Valck, el Hotel Colón de los hermanos Schuster, el Hotel Bielefeldt, el Grand Hotel Moderne, el Hotel Castaing y los almacenes de la Aduana. Un desastre de proporciones.
Desgraciadamente el viento cambió y afectó después a la Iglesia Matriz y al Palacio Episcopal de Ancud (al cual pertenecía la iglesia católica de Valdivia), la imprenta del diario La Aurora, el Banco Chile y Alemania, la administración de Correos, el telégrafo del Estado, la Compañía de Tabacos y el Club Alemán Unión. Eso sin mencionar la gran cantidad de casas particulares cuyas familias quedaron prácticamente en la calle.
Fueron 117 casas destruidas, 98 tiendas de comercio y 150 familias que quedaron sin hogar. Las pérdidas fueron evaluadas en 18 millones de pesos de la época con unos 12 millones de pesos en seguros.
Elisa Grob (o Gloss, según el libro de Borneck e Izquierdo) de Seiter era una mujer de origen alemán oriunda de Württember que se avecindó en Valdivia y que estaba casada con Teófilo Seiter. Ambos arrendaban una pastelería en calle Picarte y, al mismo tiempo, Elisa trabajaba como amortajadora de fallecidos para los velorios.
Según el sitio de historia www.historiadevaldivia-chile.blogspot.com de Julio César Avendaño, la señora Seiter era una mujer trabajadora que a la edad de 8 años había quedado huérfana y eso la convirtió en una emprendedora reconocida. Añade que los valdivianos de la época la veían desde temprano trabajando como amortajadora y dueña de una fábrica de ataúdes. Su dominio del español no era muy bueno, pese a que llevaba años viviendo en la ciudad, probablemente desde 1891.
Elisa Seiter y su esposo Teófilo eran un matrimonio trabajólico y vivieron la pena de la muerte de sus primeros hijos.
Antes del incendio arrendaron un inmueble de propiedad de Maximiliano Montecinos, al lado de la Casa Wachsmann, a una cuadra de la plaza, donde en el primer piso instalaron la pastelería de Teófilo Seiter y en el segundo piso la fábrica de ataúdes.
Seis meses antes del incendio, la pastelería fue clausurada por problemas legales, sin embargo, la policía detectó que ahí se inició el siniestro. Quedó flotando la pregunta: ¿El incendio habrá sido intencional?
Según una entrevista de El Correo de Valdivia del 23 de diciembre de 1909, Elisa Seiter relató que en la noche del incendio llegó cansada a su casa de calle Yerbas Buenas después de trabajar amortajando a un muerto y que durmió toda la noche, sin enterarse del incendio.
En la entrevista añade que a las 6 de la mañana fue a la pastelería. Como el contrato de arriendo del local era por cuatro años más y mantenían dificultades legales, además de mantener el local sin usar, surgieron sospechas de que el matrimonio Seiter Grob quemó intencionalmente el local, sin calcular el desastre de las llamas.
La policía detuvo a Elisa y después a su esposo Teófilo. La noticia se dio a conocer y fue el “comidillo” de los comentarios de los vecinos valdivianos que buscaban culpables al gran desastre.
En entrevista con el diario El Correo de Valdivia, Elisa Seiter abogó por su inocencia. El medio le pregunta si habría tenido material inflamable en la pastelería y ella lo negó y añadió que habían cortado la luz eléctrica.
La mujer dijo que el día previo al incendio acudió dos veces al local, pues tenía a dos albañiles que arreglaban el horno de la pastelería y dos mujeres que hacían el aseo general.
Cuando le preguntaron por qué había tantas personas, Elisa respondió que su plan era subarrendar.
Los albañiles quedaron que le iban a entregar la llave del local, pero no fueron a la casa de los Seiter.
“Como no fueron salí yo en su busca (sic), llegando al negocio como a las 5 de la tarde. Encontré la puerta cerrada, tomé el coche número 19 (la movilización pública de la época) y me dirijí donde el maestro Pepe que vive en la misma calle Picarte, cerca del torreón. Recibí la llave y me fui a pie a calle Yerbas Buenas esquina Pantano (hoy Aníbal Pinto), por Beaucheff”, relató al diario.
Añadió que llegó a su casa, dejó la llave colgada en un clavo y a pedido de un mayordomo del empresario Alberto Haverbeck fue a amortajar a un muerto, desocupándose a las 8 de la tarde muy cansada.
Prosiguió que al día siguiente se enteró del desastre y que el juez local la hizo detener en calidad de incomunicada.
Agregó que en su reclusión fue bien tratada, pero que le preguntaron si en sus ropas llevaba una botella de parafina a lo que reaccionó molesta.
En la entrevista aseguró con vehemencia que no tenía necesidad de “negociar” con los seguros y que en un episodio anterior unos conventillos que eran de su propiedad se quemaron en El Pantano y que no los tenía asegurados.
“Prefiero cortarme la cabeza antes que vivir en deshonra”, dijo Elisa Seiter al periodista de El Correo de Valdivia
A fines de diciembre el fiscal pidió 10 años y un día de cárcel al matrimonio que ya estaban en prisión.
Un testigo aseguró haber sentido una explosión y llamaradas desde la pastelería que, como todos sabían, estaba deshabitada.
El 10 de abril de 1910, luego de una investigación y reunir declaraciones de testigos, el matrimonio Seiter fue absuelto.
Según el Conservador de Bienes y Raíces de Valdivia y de acuerdo al artículo 483 del Código Penal “se presume responsable del incendio al comerciante cuya casa o establecimiento tiene origen aquél, si no justificare […] que no reportaba provecho alguno del siniestro”.
En el caso de los Seiter esto no era aplicable, pues a la fecha del incendio ninguno de los acusados poseía el carácter legal de comerciante.
Bienes y Raíces añadió que el incendio no reportó beneficio a los sospechosos porque el valor del seguro no era superior al valor de lo asegurado. A esto se añadió que los inculpados fueron considerados “personas de conducta irreprochable”.
El incendio de 1909 fue comentado a nivel nacional y significó que el aspecto urbano de Valdivia cambiara con arquitectura del estilo Art Nouveau, muy popular en la Europa de la época y que aún se conserva en algunos sectores del centro de la ciudad.
En cuanto a los Seiter, Teófilo falleció en septiembre de 1913 y Elisa en enero de 1945, ambos en Valdivia.
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