Existe una generalizada expectativa entre los científicos que indica que la intensidad de las precipitaciones extremas aumente un 7% por cada grado Celsius en que se eleve la temperatura bajo cambio climático. Un reciente estudio “Regionally high risk increase for precipitation extreme events under global warming” (en español, Alto riesgo regional de aumento de eventos extremos de precipitaciones en el contexto del calentamiento global), añade matices a esa aseveración y concluye que muchas regiones, especialmente en los trópicos, tendrán incrementos en precipitaciones extremas sustancialmente más altos que lo esperado. El estudio fue publicado en la revista científica internacional Nature Scientific Reports, por Cristian Martinez-Villalobos, académico de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad Adolfo Ibáñez e investigador titular de Data Observatory, junto a J. David Neelin, investigador del Departamento de Ciencias Atmosféricas y Oceánicas de la Universidad de California, Los Angeles (UCLA).
Se trata de una investigación global que analizó el comportamiento que aplica a todas las regiones del planeta. Pese a que Chile no fue el foco del estudio, la mayor parte de nuestro territorio es una de las pocas, si no la única, zonas habitadas en la cual consistentemente los modelos climáticos proyectan una disminución en la intensidad y frecuencia de las precipitaciones extremas en el futuro. En el estudio se analizaron 32 modelos climáticos globales, los que confirmaron que la zona comprendida entre las IV y X región, muestra cambios pequeños e incluso negativos, cercanos al 5% de menor intensidad de precipitaciones extremas por cada grado Celsius de aumento de la temperatura global.
“Esta investigación usa el conocimiento de la forma de la distribución de probabilidad de precipitación diaria, para ayudar a reducir la incertidumbre en futuros cambios en la frecuencia y riesgo de precipitación extrema”, explica Cristian Martinez-Villalobos, académico de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad Adolfo Ibáñez e investigador titular de Data Observatory.
Si bien en la mayor parte del mundo la intensidad de la precipitación extrema incrementa en un factor de entre un 5% y un 15% por cada grado de aumento de temperatura, la frecuencia de precipitación extrema se incrementa exponencialmente con este factor. Esto quiere decir, que un pequeño aumento en la temperatura tiene consecuencias exponencialmente más grandes en la frecuencia de precipitación extrema. "Basta un pequeño aumento de temperatura y la frecuencia de eventos de precipitaciones extremas se eleva en los cientos por cientos. No es raro encontrar proyecciones de aumentos de frecuencia de eventos extremos de un 500% de aquí a fin de siglo, particularmente en las zonas tropicales", añade el académico UAI.
David Neelin, investigador del Departamento de ciencias atmosféricas y oceánicas de la Universidad de California (UCLA), añadió que: " Las precipitaciones extremas son cada vez más frecuentes a medida que aumenta el vapor de agua en un clima más cálido. Este estudio muestra que, en muchas regiones, la frecuencia de precipitaciones extremas en los modelos climáticos aumenta más rápidamente con el calentamiento de lo que cabría esperar por el aumento del vapor de agua. Los cambios en los vientos potencian las tormentas, especialmente en el caso de las precipitaciones más intensas. Los modelos climáticos siguen teniendo dificultades para llegar a un acuerdo sobre las regiones en las que este aumento es más pronunciado, pero este efecto debe tenerse en cuenta a la hora de evaluar el riesgo regional, especialmente en los trópicos".
Las técnicas usadas en el estudio permiten reducir la incertidumbre en futuros cambios en la frecuencia de precipitaciones extremas. En opinión del facultativo chileno, esta reducción en incertidumbre ayudaría a los sectores productivos, ciudades y tomadores de decisiones a tener información más certera para ayudar en esfuerzos de mitigación y adaptación a estos eventos extremos bajo cambio climático.
"Esto es posible gracias al análisis de modelos climáticos globales capaces de simular una representación a larga escala de la atmósfera, océano y tierra bajo distintos escenarios de emisiones de gases con efecto invernadero. Son modelos sofisticados y requieren del respaldo de súper computadores con altísima capacidad de cómputo con fines de análisis y modelamiento", concluye Martinez-Villalobos.
Revisa este artículo científico en https://www.nature.com/articles/s41598-023-32372-3
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